Aram Hazin ha logrado lo que muy pocos en Cuba: romper
las barreras del comunismo, presentarle su arte al mundo por
Internet y vendérselo a varios de los íconos más
representativos del capitalismo. O por lo menos eso cree. El
joven diseñador de 29 años trabaja en un modesto barrio
habanero donde lo visitan ejecutivos que dicen representar a
gigantes del mundo capitalista. "Aunque nunca se sabe
realmente quiénes son", dice. Hace unos meses terminó dos
avisos para Sony que supuestamente habrían de colgar en Times
Square. Aram nunca supo si se colgaron o si el señor era de
Sony; supo que le pagaron 5.000 dólares, una porción minúscula
de lo que le pagarían a cualquier diseñador estadounidense,
pero mucho más de lo que le darían en Cuba. Y eso es lo único
que realmente le importa.
Aram dice tener un estilo muy "new yorkish" que es
totalmente desaprovechado en un mercado tan pequeño y con
parámetros tan rígidos. Por eso decidió darlo a conocer por
fuera de Cuba. Y no le ha ido nada mal. Además de las ventas,
ha participado en dos concursos online de diseño con
resultados positivos. Hace un año, según él, ganó el primer
premio en uno organizado por un museo de Nueva York, y quedó
cuarto en otro de una firma de software.
Todo eso no hubiera sido posible si no es porque Cuba
está dando pasos importantes en el tema de Internet, gracias
al empuje de un reducido grupo de entrepreneurs que han
logrado penetrar la maraña burocrática y un tanto escéptica de
la isla para desarrollar varios proyectos en la red.
El primero es Robert Sajo, un carismático
húngaro-canadiense de 55 años, quien ha sido el mayor impulsor
de Internet en la isla. Sajo llegó a Cuba por primera vez como
turista en 1994, acompañado de Lana, su esposa rusa, quien ya
había vivido ahí durante un matrimonio pasado. Al empezar a
mezclarse con empresarios cubanos, Sajo encontró que existía
una gran curiosidad hacia el tema de Internet y reconoció la
inmensa oportunidad que suponía la falta de conectividad
nacional.
Para este entonces, Sajo trabajaba como consultor
promoviendo la inversión de países árabes en el mercado
canadiense. Vio que Cuba también necesitaba inversión
extranjera y que existían iniciativas que buscaban fomentar
esa inversión.
Según Sajo, él hizo exactamente lo que hay que hacer
cuando uno encuentra una posibilidad de negocio en Cuba: fue
directamente al gobierno. Y encontró en su historia personal
el anzuelo perfecto para atraer el interés del gobierno
cubano. Su padre, Geza Sajo, fue un filósofo húngaro que
desarrolló una teoría sobre la dualidad de la verdad. Con ella
y con historias sobre los tiempos en que su padre estudiaba
con Albert Einstein, logró conquistar al "Oído de Fidel". Es
decir, a Jesús Montané, un consejero de Castro cuyo apodo
ilustra su importancia en el sistema político de la
isla.
Con influencias como ésta, Sajo se fue ganando la
confianza de la sociedad cubana y logró que le aprobaran un
piloto para su primer proyecto de Internet: Cubaweb.cu, un
portal que brindaría información sobre Cuba al exterior. En
términos de contenido, ya contaba con Business Tips for Cuba
-una publicación que buscaba informar a los extranjeros sobre
las posibilidades de negocios que había en la isla- y con
Granma, el periódico oficial. Pero el apoyo del gobierno fue
marginal, pues aparentemente todavía existía algo de
escepticismo con respecto a la utilidad de este medio para sus
intereses. Entonces Sajo se las arregló para hacer el
hosting de su página desde Canadá. Primero,
llevándose todo el contenido y montándolo a Internet desde
allá, y luego -una vez que tuvo acceso a un servidor cubano-,
montándolo desde la isla.
¿Cómo convenció al gobierno de que Internet era
necesaria? En febrero de 1996, cuando Cuba derribó dos aviones
privados que según las autoridades sobrevolaban su territorio,
se puso en evidencia lo que Internet podría hacer por Cuba. La
única fuente donde se podía leer el punto de vista cubano
internacionalmente era en la página del Granma, en Cubaweb.cu.
Ese día la página tuvo tantas visitas que se cayó el servidor.
En noviembre de 1999 Sajo vendió ICC -la holding de
Cubaweb- a una empresa canadiense que, según el empresario
húngaro, cuenta con el time share más grande del
Caribe dentro de sus proyectos. A cambio recibió 100.000
dólares en efectivo y un paquete de acciones en el proyecto
del time share que espera adquieran un valor superior a los
700.000 dólares. Esta suma es modesta comparada con las
transacciones que se han estado llevando a cabo en otras
partes de América Latina. Pero Sajo asegura: "Esto está bien
para mis necesidades, y mi intención en Cuba nunca ha sido la
de hacer sumas exorbitantes de dinero".
Sajo dice que las razones que lo llevaron a hacer
negocios en Cuba van mucho más allá de haber encontrado en la
isla una evidente necesidad de vincularse a Internet y una
buena disponibilidad por parte de los empresarios. "Lo que
encontré realmente es un sitio con las condiciones perfectas
de una incubadora". Encontró un inmenso capital humano,
capacitado en el área de informática y tecnología: actualmente
hay más de 20.000 graduados de programas de postgrado
relacionados con esta área. Encontró un gobierno que,
entendiendo los beneficios que este medio le podía traer en su
comunicación con el mundo, estaba dispuesto a facilitar todo
lo que estuviera a su alcance, y que estaba interesado en el
know how, la infrastructura y la capacitación que estas
iniciativas pudieran proveer para su gente.
Encontró que la protección que le brindaba estar fuera de
los radares del mundo capitalista era invaluable. Inclusive la
que para muchos es tal vez la desventaja más obvia de hacer
negocios en un sitio como Cuba, el limitadísimo acceso a
capital de riesgo, Sajo la considera como una de sus más
fuertes ventajas. Ser descalificado por los vcs
estadounidenses por el simple hecho de hacer negocios en Cuba,
forzaba un compromiso real de alcanzar rápidamente la
rentabilidad. Los costos de operación eran bajos, lo cual
suponía una inversión más moderada. Y el hecho de no tener que
competir en velocidad de crecimiento y conquista de mercado
con un sinnúmero de compañías, permitía concentrarse en una
estrategia enfocada en utilidades.
Después de vender su primera companía de Internet, Sajo
decidió, junto con Hugo Emili (otro prominente extranjero en
el mundo del Internet en Cuba), utilizar el espacio que se
habían abierto dentro de la economía cubana para incubar a
Webhotels Inc., un ambicioso proyecto que según sus fundadores
revolucionará la industria hotelera a nivel mundial. Sajo y
Emili están desarrollando un sistema mediante el cual se
puedan integrar la Extranet, la Intranet y la Internet de los
hoteles, lo que permitirá mejorar los sistemas de
administración y marketing y les facilitará a los
huéspedes el acceso a la red. Con tal sistema, los huéspedes
podrán acceder a toda clase de información acerca de
servicios, restaurantes, eventos y sitios turísticos desde la
pantalla de televisión en su cuarto. El hotel, por su parte,
recibirá inmediatamente toda la información que requiera del
huésped, sin necesidad de formularios. El sistema se
complementará con una smart card que será entregada a cada
huésped y con la cual se le podrá abonar todo lo que consuma
directamente a su cuenta.
Su socio cubano en esta iniciativa es Servitec, productor
de software en Cuba. Extranjeros, tienen a Rycon Inc.,
Wireless lan Support, Web2U, Consortium Silicon Island, y
Smart Card e-Solutions, entre otros. Los detalles sobre la
instalación del sistema bordean lo inverosímil. Gracias a una
tecnología desarrollada por Rycon Inc. la red puede ser
superpuesta al cableado de teléfonos ya existente. Esto hace
que el tiempo aproximado de instalación sea de tan sólo cinco
días. Con tan bajos costos parecería absurdo no intentarlo.
Ya tienen firmado un contrato con el Hotel Victoria en La
Habana para instalar su primer sistema completo a finales de
enero de 2001, y están en negociaciones con una importante
cadena hotelera europea. Cuando se les menciona el capital de
riesgo, Emili asegura que no lo han necesitado para nada por
ahora, y que sólo será necesario cuando tengan que desarrollar
la campaña de marketing por fuera de Cuba. "Para entonces
-dice Sajo- ya habremos terminado de desarrollar el producto y
probado la tecnología, y estaremos operando en aproximadamente
15 hoteles. He ahí la ventaja de incubarse en
Cuba".
Hugo Emili, el socio de
Sajo, había incursionado en el espacio de Internet en Cuba
antes de involucrarse en Webhotels. Su Compañía de
Emprendimientos Argentinos estaba asociada con Servitec en
Cuba Online, un portal que comercializa productos cubanos.
Cuba Online tiene cerca de 250.000 visitas semanales, pero sus
ingresos no superan los 4.000 dólares por mes, producto de
algunas ventas al exterior. "Irónicamente para estos tiempos
de embargo -dijeron a Punto-com oficiales de Cuba Online- el
78 por ciento de las compras proviene de Estados Unidos". Los
socios esperan que los ingresos lleguen este año a 60.000
dólares mensuales.
E-COMMERCE ISLEÑO
Otra iniciativa
importante que está teniendo lugar en el mundo de Internet en
Cuba es CCW.cu (
http://www.ccw.cu/), una tienda
de servicios b2b que está desarrollando Softel, la empresa de
software del Ministerio de Informática y Comunicaciones
cubano, desde hace dos años. Softel nació hace 15 años en un
intento del entonces Ministerio de Cibermecánica, Electrónica
e Informática de empezar a desarrollar aplicaciones de
software y hardware para las distintas industrias cubanas.
CCW.cu es la única iniciativa de comercio b2b en línea
que existe hoy en día en Cuba. Sin embargo, ccw.cu no ha
realizado todavía ninguna transacción, pues aún no existe una
infraestructura bancaria que permita efectuar los pagos
pertinentes.
Además de CCW.cu Softel creó Dimensión W junto con la
compañía británica Primeras Inversiones Internacionales S.A.,
para promover la integración de las empresas cubanas al ámbito
de Internet (un enabler). La presencia de Primeras
Inversiones Internacionales marca la entrada de otro
extranjero a la pequeñísima élite de Internet en Cuba: Stephen
Marshall, un británico de 32 años que está en medio de una
agresiva campaña para adueñarse no sólo del espacio de los
enablers sino del b2c dirigido a la comunidad internacional.
En conjunto con Softel, Marshall está desarrollando por
lo menos 30 páginas web que serán lanzadas durante el primer
trimestre de este año. Según Camilo Sánchez, alto directivo de
Softel, estos 30 proyectos han significado una inversión
conjunta de 3,5 millones de dólares.
Pero su primer
proyecto, y quizás el más significativo en términos de
ganancias es GoCuba.com, un sitio donde se pueden planear
viajes completos a la isla desde cualquier parte del mundo.
Según dijo Marshall al New Times de Miami, GoCuba alcanzaba a
acumular más de 120.000 dólares al mes en reservas de avión.
El modus operandi de Marshall -que representa una
compañía extranjera asociada con una estatal- es distinto al
de Sajo y Emili, que se asociaron directamente con el gobierno
a través del Ministerio de Informática y Comunicaciones. Es
decir, este último no sólo actúa como órgano regulador, sino
que se convierte en el holding de las empresas. De alguna
manera, estos emprendedores se asimilan al régimen socialista
y hacen empresas propiamente cubanas.
Con sabor cubano
Pero ni Sajo, ni
Emili ni Marshall existirían, probablemente, si no es por
Infomed, la primera incursión que se hizo en Cuba hacia el
espacio cibernético. En 1991, mucho antes de que Internet
fuera una realidad, se creó una red para intercomunicar a los
médicos de todo el territorio nacional. A raíz de la
suspensión de subsidios a Cuba por parte de la Unión
Soviética, la comunidad médica se encontró con que no tenía
cómo financiar muchas de las publicaciones que los mantenían
informados. Basados en la primitiva experiencia de correo
electrónico que les había proporcionado Bitnet -una red
académica de cobertura mundial previa a Internet- el Centro
Nacional de Información de Ciencias Médicas decidió que era
más lógico buscar una solución electrónica que tratar de
sostener las costosas publicaciones existentes.
Utilizando tecnologías tan básicas como módems de 2.400
kb, los médicos se pusieron en la labor de construir una red
nacional de correo electrónico. Se instalaron en el sector de
la ciudad donde menos se iba la luz y, con dos
computadores con procesadores de 486 K, establecieron su
primer servidor. Su conexión con el resto del mundo se hacía a
través de GreenNet en Inglaterra.
Con un sector de salud que reclamaba cada vez más dinero
y atención, Pedro Urra -el actual director de Infomed- y su
equipo contaban con sólo 10.000 dólares que habían sobrado de
un proyecto anterior. Pero en 1993 se formó un grupo de
colaboradores en los Estados Unidos llamado USA Infomed. Su
objetivo era reunir computadoras usadas y otros recursos de
hardware para donar a Infomed Cuba. Simultáneamente,
consiguieron un grant extrapresupuestario de las Naciones
Unidas por 350.000 dólares para construir la primera red.
Conscientes de lo ventajosa que era una red como ésta para su
gestión, empezaron la labor de convencer al gobierno de lo
importante que era conectarse a la naciente red de Internet.
"Aunque al principio había sus temores ya que éste era un tema
que no se conocía, después de varias charlas con ministerios y
agencias, el gobierno nos dio su apoyo", dice Urra.
Hoy, Infomed es un recurso indispensable para la
comunidad médica cubana. Además de conectar a la mayoría de
los centros médicos del país y actuar como canal de
distribución de varias publicaciones, ha ayudado a dar
presencia internacional a médicos cubanos. Así mismo ha
establecido, a través de Medic.com, una estrecha relación con
médicos y académicos norteamericanos. Gracias a Infomed, Urra
fue invitado a conformar un panel de 15 expertos que organizó
el Secretario General de las Naciones Unidas, para hacer una
estrategia de IT para zonas en desarrollo.
Los problemas de fondo
Como en todo
lo que tiene que ver con Cuba, existe una fuerte polémica en
el exterior en torno de la forma como se está tratando el tema
de Internet. Hay quienes ven en en este medio un vehículo de
democratización, pues se han abierto espacios de comunicación
y oportunidades para los cubanos que antes eran consideradas
imposibles. Tal es el caso de Aram Hazim, y el de muchos otros
cubanos que han tenido su primer contacto con el mundo gracias
a Internet.
Hay quienes, por el contrario, acusan al régimen de
censura y restricción de acceso. Uno de ellos es Taylor C.
Boas, del Carnegie Endowment for International Peace. Boas
alega que Internet está altamente regulada por el gobierno y
que sólo tendrá un impacto significativo en aquellos sectores
en los que beneficie directamente al régimen. Lo que
Boas critica es que Internet sólo sea accesible a
empresas, órganos educativos y selectas instituciones, sitios
que según los críticos, se prestan para monitorear el uso de
la web y cerciorarse de que sólo se utilice en apoyo de la
"revolución".
Juan Fernández González, director de la Comisión de
Comercio Electrónico del Ministerio de Informática y
Comunicaciones, dice que sí existen restricciones, pero aclara
que éstas no tienen que ver con la censura sino con las
prioridades del gobierno. Según él, "Cuba no le teme ni a
Internet ni a ningún intercambio de ideas. Lo que no se puede
permitir es que [quien tenga o no acceso] se determine con
base en quien tenga o no dólares y pueda pagar".
Fernández dice que aunque hoy en día sólo existen
alrededor de 40.000 cuentas de acceso completo en toda la
isla, hay muchas más personas que tienen acceso a correo
electrónico. "La única razón para esto -afirma- es que el
correo requiere mucho menos ancho de banda que la conexión
completa". Y explica que, debido a que la conexión de Cuba con
el exterior siempre ha sido satelital, el costo de incrementos
en ancho de banda sería muy alto.
En cuanto al monitoreo de las cuentas de correo
electrónico, Pedro Urra lo niega rotundamente y alude a los
cientos de spams con mensajes "anti-revolución" provenientes
del exterior que inundan las cuentas de Infomed.
Aunque se han estado adelantando iniciativas para llevar
Internet a la comunidad, como los Joven Clubs del Partido
Comunista -donde los jóvenes tienen acceso a Internet y
reciben clases de informática-, o la de llevar buzones
electrónicos a las 1.000 oficinas de correo postal que existen
en Cuba, es muy difícil determinar qué criterio está usando el
gobierno para otorgar acceso a Internet.
Y no es cuestión de equipos, pues según el diseñador Aram
Hazim, aparte de ser todo un poco más caro, el proceso de
comprar una computadora e instalar el servicio de Internet en
su casa es idéntico al que se llevaría a cabo en cualquier
otro país. Sin embargo, cuando se le pregunta por la
impresora, alza la ceja, sacude la cabeza y dice: "Tú sabes
que los particulares no pueden tener impresoras y copiadoras
porque son peligrosas para la revolución".
Lo que sí parece claro es el interés del gobierno por
promover a la isla como una incubadora. En palabras de Juan
Fernández González, "nos interesa mucho la idea de la
incubadora, pero hecha a nuestra manera".
Lo
importante es que puede llegar a funcionar. Y el caso de Sajo
es, para algunos, la prueba de que funciona. Pero para que
esto pase de ser un símbolo a una tendencia contundente se
requieren muchos más casos similares.
El gobierno, además, tiene que fijar unas reglas de juego
claras, que permitan determinar cuáles son las características
que hacen de la isla una alternativa atractiva. No son
suficientes unas declaraciones genéricas y un húngaro
enamorado de la isla para que los capitalistas de riesgo giren
de sus chequeras.